(Fuente: BVS)
Seguimos todavía sin entender las declaraciones tan contundentes de Félix M. Goñi, vecino, por cierto, de Getxo. Sabemos que, además de ser un poco despistado, es un excelente científico en su campo. Si no nos equivocamos, es un gran especialista en temas de lípidos, proteínas, bacterias y detergentes en las membranas celulares... Por eso nos extraña su falta de prudencia...
Nos gustaría sentarnos un día con él para que, con educación y tranquilidad, nos diera su punto de vista. Nuestro planteamiento es que no se puede afirmar de forma tan asertiva la falta de riesgo. Al menos, no negar el principio de precaución. De la misma manera que tampoco planteamos tirar todas las antenas, sino llegar a una solución consensuada por todas las partes implicadas.
Creemos que a los efectos térmicos producidos por la emisión de campos electromagnéticos (CEM), y reconocidos por unanimidad por la comunidad cientifica, también hay que reconocer otros efectos no térmicos. Nos encantaría saber en qué se equivoca el neurocirujano sueco Leif G. Salford, de la universidad de Lund, cuando, después de trabajar 13 años con ratas y CEM, demuestra que éstos pueden producir efectos sobre la barrera hematoencefálica (BBB) y dejar pasar proteínas del tamaño de la albúmina. La presencia de los CEM parece que cambia la permeabilidad de la membrana, dejando pasar más sustancias de las debidas (que pueden resultar tóxicas para el cerebro).
Pensamos que lo que estamos diciendo, basándonos también en la ciencia, no es una idea disparatada. Aunque sean cerebros de ratas, las pruebas están en la fotografía.
Nos basamos también en la ciencia para plantear que las ondas microondas, que utiliza la telefonía móvil, pueden modificar la actividad bioeléctrica cerebral y producir cambios en el electroencefalograma mediante diferentes mecanismos biológicos que involucran a los iones calcio, la producción de melatonina y otras funciones neurorreguladoras. Este cambio en el flujo celular de algunos iones, sobre todo el del calcio, puede producir cambios eléctricos en la membrana de las células nerviosas. Este proceso puede permitir relacionar las ondas microondas con tumores cerebrales, enfermedad de Alzheimer y otros trastornos neurológicos.
Un dato: un estudio de hace un año, acerca de la evolución del cáncer en Francia desde 1978 a 2000, indica que la tasa de cáncer se ha incrementado en este período un 63%, siendo el de mayor crecimiento e importancia el que afecta al sistema nervioso central. No queremos decir que las antenas han provocado este espectacular aumento, pero sí que hay que investigar las causas y que no se puede negar que los CEM de las antenas pueden afectar al sistema nervioso central.
Desde luego que hay que replicar el hecho y ver si pasa lo mismo con seres humanos, pero ya está demostrado con otros seres vivos, por lo que un poco de cautela puede ser una actitud coherente y sensata.
El próximo día hablaremos de las frecuencias bajas (ELF) que utiliza la telefonía móvil, cuyo riesgo no podemos decir que sea precisamente cero.
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