El biólogo Alfonso Balmori ha analizado en un entorno urbano los efectos que tienen los campos electromagnéticos (CEM) de las antenas de telefonía en unos renacuajos de la rana común (Rana temporaria). Éstos fueron criados en dos peceras a 140 metros de una estación base de telefonía móvil de Valladolid: una protegida de la radiación por una malla metálica y otra no, a plena exposición.
Balmori, reconocido por publicar estudios similares con cigüeñas o gorriones, y con resultados en el mismo sentido, decidió estudiar los efectos de estas radiaciones en los animales, con el fin de no tener que escuchar comentarios interesados acerca de que los efectos de los CEM son subjetivos. y la gente que los padece hipocondríacos: los efectos sobre los animales carecen de cualquier tipo de autosugestión.
El científico vallisoletano experimentó durante dos meses, desde la fase de huevo hasta una fase avanzada de renacuajo, antes de la metamorfosis. Las mediciones de intensidad de campo eléctrico (radiofrecuencias y microondas) recogidas acerca de las condiciones del experimento, con tres dispositivos diferentes, estuvieron en un rango entre 1,8 a 3,5 V/m.
En el grupo expuesto de 70 ranas, se observó que la coordinación de los movimientos de los renacuajos era baja, su crecimiento resultó dispar y su tasa de mortalidad era bastante elevada (90%) .
En relación al grupo control, también con 70 ranas y en las mismas condiciones, pero dentro de una jaula de Faraday (aislada de CEM), la coordinación de movimientos de los renacuajos resultó ser normal, su desarrollo fue acorde, y obtuvo una tasa de mortalidad del 4,2% .
Estos resultados indican que las radiaciones emitidas por antenas de telefonía, en una situación real, pueden afectar al desarrollo y pueden causar un aumento de la mortalidad de los renacuajos expuestos.
Esta investigación puede tener enormes implicaciones para todo el mundo en general, que ahora está expuesto a altos niveles de radiación procedentes de una multitud de antenas de telefonía móvil y otras fuentes de radiación de CEM.
"Si eso pasa con las ranas,...qué podrá pasar con las personas", se preguntó César Balmori, hermano del científico.
Este experimento ha sido publicado en la revista Electromagnetic Biology and Medicine de junio de 2010, Vol. 29, No. 1–2, Páginas 31-35.
Balmori, reconocido por publicar estudios similares con cigüeñas o gorriones, y con resultados en el mismo sentido, decidió estudiar los efectos de estas radiaciones en los animales, con el fin de no tener que escuchar comentarios interesados acerca de que los efectos de los CEM son subjetivos. y la gente que los padece hipocondríacos: los efectos sobre los animales carecen de cualquier tipo de autosugestión.
El científico vallisoletano experimentó durante dos meses, desde la fase de huevo hasta una fase avanzada de renacuajo, antes de la metamorfosis. Las mediciones de intensidad de campo eléctrico (radiofrecuencias y microondas) recogidas acerca de las condiciones del experimento, con tres dispositivos diferentes, estuvieron en un rango entre 1,8 a 3,5 V/m.
En el grupo expuesto de 70 ranas, se observó que la coordinación de los movimientos de los renacuajos era baja, su crecimiento resultó dispar y su tasa de mortalidad era bastante elevada (90%) .
En relación al grupo control, también con 70 ranas y en las mismas condiciones, pero dentro de una jaula de Faraday (aislada de CEM), la coordinación de movimientos de los renacuajos resultó ser normal, su desarrollo fue acorde, y obtuvo una tasa de mortalidad del 4,2% .
Estos resultados indican que las radiaciones emitidas por antenas de telefonía, en una situación real, pueden afectar al desarrollo y pueden causar un aumento de la mortalidad de los renacuajos expuestos.
Esta investigación puede tener enormes implicaciones para todo el mundo en general, que ahora está expuesto a altos niveles de radiación procedentes de una multitud de antenas de telefonía móvil y otras fuentes de radiación de CEM.
"Si eso pasa con las ranas,...qué podrá pasar con las personas", se preguntó César Balmori, hermano del científico.
Este experimento ha sido publicado en la revista Electromagnetic Biology and Medicine de junio de 2010, Vol. 29, No. 1–2, Páginas 31-35.