En marzo del año pasado hablábamos de los criptocromos y de cómo estas proteínas podían verse afectadas por las radiaciones procedentes de la telefonía móvil o del WiFi, entre otras. Dichas proteínas celulares se sabían que son capaces de detectar la luz incluso por debajo de la piel. Esta foto-sensibilidad es la responsable de desencadenar múltiples respuestas fisiológicas.
Aunque sean unas proteínas poco conocidas para los ciudadanos -presentes en los insectos, en las plantas y en los mamíferos-, las operadoras de telefonía móvil ya las deberían conocer, ya que han sido una de las razones esgrimidas por especialistas para que no ampliasen la potencia de las estaciones base de telefonía móvil (EBTM).
A todas estas características de los criptocromos (CYS), ahora hay que añadir un nuevo estudio publicado la semana pasada en Nature por Steven Reppert et al., Catedrático de Neurobiología por la University of Massachusetts Medical School (EEUU): a través de estas proteínas presentes en la retina de nuestros ojos (en donde tiene una mayor actividad), el ser humano también es capaz de detectar el campo magnético terrestre y orientarse a través de él. Según el New York Times, esto podría explicar la capacidad de algunos marineros de la Polinesia, capaces de orientarse navegando más de 4.800 Kilómetros sin ayuda de tecnología ni de las estrellas del firmamento. La respuesta podría ser esta capacidad de percibir el campo magnético terrestre.