El objetivo del Principio de Precaución es la de establecer requisitos legales que protejan contra potenciales riesgos de salud que aún no han sido demostrados científicamente.
Por tanto, el que no se haya demostrado el riesgo no puede utilizarse como excusa para no aplicar el principio. Sin embargo, esta es precisamente la lógica que se utiliza en el caso de los posibles riesgos para la salud debido a la exposición a campos electromagnéticos (CEM).
Los científicos, que representan tanto a la Organización Mundial de la Salud como a la Comisión Europea, no tienen en cuenta el Principio de Precaución cuando informan sobre riesgos para la salud. Al contrario, su punto de partida es si los resultados de una nueva investigación establecen una certidumbre científica, que pueda servir de base para una modificación de los límites de exposición actuales.
Los indicios de un riesgo con incertidumbre son ignorados o minimizados. Pero esta actitud va en contra de la legislación de la Unión Europea (UE), que exige que el grado de incertidumbre científica se debe presentar correctamente. Un examen detallado de la situación en la investigación muestra muchos indicios graves de posibles riesgos para la salud por la exposición muy por debajo de los límites de exposición existentes en la actualidad para los CEM. La jurisprudencia muestra como, para otros tipos de exposición, se ha aplicado el Principio de Precaución basándose en preuebas aún mucho más débiles que las que exigen para los CEM.
La investigación de M. Dämvik y de Olle Johansson muestra como el Principio de Precaución, en relación con la exposición a los CEM, no está siendo utilizando para los fines previstos . La razón de esta situación es que las personas que toman las decisiones están siendo engañadas por unas evaluaciones inexactas de los riesgos que supone estar expuestos a CEM.
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