10 diciembre 2007

Nuevo estudio israelí relaciona el cáncer con el uso del móvil

(Fuente imagen: Yahoo)

La publicación de los resultados de un estudio, que forma parte de una investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), no hace más que añadir otro argumento más a los que creen que la tecnología de telefonía móvil afecta a la salud. Sus conclusiones son que el uso prolongado del móvil incrementa las posibilidades de padecer un tumor en la glándula parótida. Más de 22 horas al mes puede incrementar este riesgo casi en un 50%.

Asistimos, por tanto, a otro desencuentro más entre los propios científicos y la propia Industria de la telefonía. Por un lado, la propia OMS dice, desde mayo de 2006, que no afecta a la salud. Sin embargo, además de poseer en su base de datos estudios que contradicen dicha afirmación, uno de sus estudios estrella, el proyecto INTERPHONE, les está tirando por tierra sus argumentos. Los resultados de las investigaciones llevadas a cabo por científicos franceses, daneses, fineses, noruegos, ingleses, suecos (dos equipos distintos), alemanes y ahora los israelís, confirman que existen efectos sobre la salud, sobre todo en los usuarios que llevan más de 10 años utilizando el móvil. Menos mal que está financiado por la OMS... Será por ello que la OMS se está pensando qué decir desde el 2003, que es cuando finalizó dicho estudio.

Más sencillo es lo de las operadoras. Su portavoz insiste por activa y por pasiva que las antenas de telefonía no son perjudiciales para la salud (fuente: La Verdad). Sin embargo, es un Consejero Delegado de una de estas operadoras quien afirma que es indiscutible que la telefonía móvil es un factor de riesgo más que contribuye a que se mueran tanto los usuarios de móviles como los no usuarios.

Esperemos que los nuevos resultados aportados por el estudio dirigido por la oncóloga Dra. Siegal Sadetzki, del Chaim Sheba Medical Center de Ramat Gan, Israel, sirva ya para que organismos como la OMS, las distintas Administraciones, los médicos y las operadoras reconozcan que existe un problema y pongan los medios para evitar males mayores o, cuando menos, traten de minimizarlo con medidas concretas.

El estudio ha sido publicado el pasado 6 de diciembre en el American Journal of Epidemiology.

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