Llevamos tiempo diciendo que a muchos usuarios del móvil les falta educación y racionalidad en el uso de dicho terminal. Pero nadie se lo ha explicado o no escuchan a quien trata de hacerlo . Con pequeños gestos, reducirían su exposición a las radiaciones no ionizantes que producen. Y la de las personas que se encuentran a su lado...
Como cultura mínima en la utilización del móvil, recomendamos desde hace tiempo el uso de sistemas manos-libres, realizar llamadas cortas, cambiar de lado de oreja cada cierto tiempo si la llamada se alarga, no llevar el teléfono a la oreja hasta que no se haya establecido la comunicación, evitar llevar encima un teléfono móvil -incluso en espera- sobre todo por la noche (bajo la almohada), si se lleva en un bolsillo la batería debe de apuntar hacia afuera, realizar las llamadas desde lugares donde haya buena cobertura o visión del cielo, comunicarse mejor por mensajería SMS y evitar el uso por parte de menores y embarazadas.
Y es en el punto de la buena cobertura o visión directa del cielo en donde entra a escena un nuevo estudio: los móviles en los ascensores. Podría estar bien no hablar en ellos con el móvil por simple educación y respeto a los que lo utilizan al mismo tiempo que nosotros. Pero, si no resulta como argumento, el móvil-dependiente debe saber que, en los ascensores ,obliga al móvil a incrementar los niveles de potencia del mismo (mayor radiación) para que su señal pueda llegar a la antena más próxima. Esto significa, según un reciente estudio en Japón, que la exposición puede tener un efecto de llegar a alcanzar casi el 80% (1,6 W/Kg) de los niveles máximos permitidos en Europa, en lo que se refiere al SAR (2 W/Kg, aunque la Oficina Federal de Alemania recomienda para móviles un máximo de 0,6 W/Kg).
Ya en el 2005, en el Seminario Internacional de Campos Electromagnéticos (CEM) de Hangzhou, el catedrático de neurocirugía de la Universidad sueca de Lund, Leif Salford , advirtió que, desde hace más de 21 años llevan viendo de forma consistente que , dosis aún más pequeñas de estas radiaciones (200 mW/Kg), producen efectos sobre la protección de la barrera hematoencefálica.
Como mínimo, por educación y salud, deberíamos no hablar por el móvil en los ascensores. Al menos, los japoneses en el metro ya no hablan con sus keitai o bien los tienen que apagar.
Y es en el punto de la buena cobertura o visión directa del cielo en donde entra a escena un nuevo estudio: los móviles en los ascensores. Podría estar bien no hablar en ellos con el móvil por simple educación y respeto a los que lo utilizan al mismo tiempo que nosotros. Pero, si no resulta como argumento, el móvil-dependiente debe saber que, en los ascensores ,obliga al móvil a incrementar los niveles de potencia del mismo (mayor radiación) para que su señal pueda llegar a la antena más próxima. Esto significa, según un reciente estudio en Japón, que la exposición puede tener un efecto de llegar a alcanzar casi el 80% (1,6 W/Kg) de los niveles máximos permitidos en Europa, en lo que se refiere al SAR (2 W/Kg, aunque la Oficina Federal de Alemania recomienda para móviles un máximo de 0,6 W/Kg).
Ya en el 2005, en el Seminario Internacional de Campos Electromagnéticos (CEM) de Hangzhou, el catedrático de neurocirugía de la Universidad sueca de Lund, Leif Salford , advirtió que, desde hace más de 21 años llevan viendo de forma consistente que , dosis aún más pequeñas de estas radiaciones (200 mW/Kg), producen efectos sobre la protección de la barrera hematoencefálica.
Como mínimo, por educación y salud, deberíamos no hablar por el móvil en los ascensores. Al menos, los japoneses en el metro ya no hablan con sus keitai o bien los tienen que apagar.
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