Representación animada de la propagación de la nube de partículas de Fukushima, en el norte en el hemisferio, como promedio durante los intervalos de altura de 2,0 km a 5,0 km. La ubicación de la estación de radionúcleidos del SIV se muestra en rojo.
(Fuente: El Periódico, Reuters, CE, Eur-Lex, Noticias de Abajo, Diario Médico, RTVE; imagen: BGR)
Bien es conocido el seísmo de 9 grados en la escala Richter ocurrido en Japón el pasado 11 de marzo a las 14h46, que generó posteriormente un tsunami devastador que ha dejado más de 27.000 muertos y uno de los peores accidentes en una central nuclear.
La Agencia de Seguridad Nuclear elevó la escala del accidente de Fukushima de un nivel 5 al nivel máximo de 7, equiparándolo con el que sucedió hace 25 años en Chernóbil. Pese a ello:
- Wolfgang Weiss, presidente de el Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas (UNSCEAR por su sigla en inglés), declaró que el accidente no tendría graves repercusiones para la salud de las personas, según la información disponible hasta el momento.
- El Parlamento Europeo ha aprobado sospechosamente, mediante el Decreto de Urgencia 297/2011 de 27 de marzo, triplicar el nivel de radiación permitida en los alimentos, al igual que lo hizo en 1987, tras el desastre de Chernóbil.
Además, por si fuese poco este relativismo frente al riesgo, podemos encontrar artículos como "faltan pruebas sobre los efectos de la radiación" (página 2).
Por tanto, si algunas autoridades y especialistas minusvaloran los riesgos sobre la salud de elementos radioactivos como el yodo o el cesio 134 y 137 -y otros deshechos nucleares-, mejor no pensar acerca de lo que pueden infravalorar las radiaciones no ionizantes, como las generadas por la telefonía móvil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario